Cuando se acercaba nuestro final, nos encontrábamos en Ekaterimburgo, en la casa de Ipatiev, era una casa muy aislada de la civilización desde la cual no se podía ver el exterior. 
Cuando llegó Junio y estábamos en la casa, iban cumpliendo años sucesivamente mi esposa Alejandra cumplió 46, mis hijas Tatiana 21, María 19 y Anastasia 17.

El 14 de junio, vino a visitarnos un sacerdote local a oficiar una misa. Solo tres días después de esta misa, nos bajaron al sótano, a toda mi familia, a los cuatro sirvientes que nos quedaban y a mí. Fue rápido, no nos dió tiempo a gritar, en unos pocos minutos fue el fin de nuestra dinastía, la dinastía de los Romanov.
El comienzo del fin. image
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